Crítica, en Fotogramas, por Nuria Vidal.
El título lo explica todo. La delicadeza de acercarse a una situación traumática sin invadir la intimidad de la persona herida; la delicadeza de una nuca suavemente acariciada; la delicadeza de
un tiempo que discurre sin prisas, dejando que el dolor se aposente y empiece a dejar espacio para nuevas sensaciones. 'La delicadeza' fue antes un libro de David
Foenkinos, que se ha encargado de llevarlo al cine. La historia cautivó a los lectores por su sencillez: una joven pareja, convencida de que la felicidad es eterna, ve su vida destruida
cuando el marido muere de una manera inesperada. Ella, Nathalie (Audrey Tautou), descubre que el mundo sigue funcionando aunque esté paralizada. Se convierte en un eficiente robot sin emociones.
Hasta que… y ya no cuento más porque es aquí donde entra en juego la delicadeza de dejar que el espectador acompañe a Nathalie.
Tautou es toda la película. Su pequeña figura y su rostro delicado son fundamentales para que todo encaje. No sé si Foenkinos pensaba en ella cuando escribió
la novela, pero desde luego acertó cuando la eligió para el film.
Sinopsis: Nathalie tiene todo para ser feliz. Es joven, bella, y goza de
un amor perfecto. Pero la muerte accidental de su marido transforma su vida. Durante varios años sólo se enfoca en su trabajo y deja de lado su vida amorosa. Pero, de repente, sin saber porqué,
besa a uno de sus colegas, un hombre muy raro llamado Markus. Esto desencadena una relación inesperada que producirá angustia y cuestionamiento entre sus compañeros de trabajo. Nathalie y Markus,
a pesar de su asombro, finalmente huyen para poder vivir su vida. Esta es una historia de renacimiento y de lo extraño que es el amor.
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