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FRANCOFOLIES de Abel Carballiño

FRANCOFOLIES de Abel Carballiño

Le blog des mordus de France, de français, de francophonie... Para los locos por Francia, el francés, la francophonie...


Cannes 2011, Les Films: THIS MUST BE THE PLACE, de PAOLO SORRENTINO

Publié par Abel Carballiño sur 20 Mai 2011, 09:20am

Catégories : #CINE:FestivalCannes

thismustbetheplace.jpg

En Compétition

Réalisé par :
Paolo SORRENTINO 
Pays :
ITALIE, FRANCE, IRLANDE


Acteurs

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Synopsis

Cheyenne est une ancienne star du rock.
A 50 ans, il a conservé un look gothique, et vit de ses rentes à Dublin.
La mort de son père, avec lequel il avait coupé les ponts, le ramène à New York.
Il découvre que son père avait une obsession : venger une humiliation dont il avait été victime.
Cheyenne décide de poursuivre cette quête et entame, à son rythme, un voyage à travers l’Amérique.






Road-movie initiatique pour Paolo Sorrentino

Road-movie initiatique pour Paolo Sorrentino
Paolo Sorrentino © DR

Pour sa 4e sélection en Compétition, le cinéaste italien présente This Must Be The Place, son premier long-métrage en anglais. Un road-movie né en 2008 dans le sillage du Prix du Jury décroché à Cannes pour Il Divo, son précédent film.


This Must Be The Place serait avant tout l’histoire d’un coup de foudre cinématographique. Nous sommes en 2008, en plein Festival de Cannes, et Sean Penn vient d’endosser le costume de Président du Jury. L’acteur, auréolé du Prix d’Interprétation Masculine en 1997 pour She’s So Lovely, est pris d’un véritable coup de cœur pour Il Divo, le dernier long-métrage de Paolo Sorrentino présenté en Compétition. Le film, qui dresse un état des lieux au vitriol des dernières années au pouvoir de l’ancien président du Conseil italien Giulio Andreotti, décroche le Prix du Jury. À l’initiative de Sean Penn, l’idée d’une collaboration entre les deux hommes fait son chemin.

 

Il aura fallu trois ans pour découvrir le fruit de ce travail dans les salles obscures. Sean Penn interprète Cheyenne, une rock-star nostalgique qui décide d’abandonner sa retraite irlandaise pour retrouver Aloise Muller, un ancien officier SS coupable d’avoir torturé son père soixante ans plus tôt dans le camp d’Auschwitz. Un voyage initiatique sur les traces du passé qui va l’amener à se découvrir.

 

Pour partager l’affiche aux côtés de Sean Penn, Paolo Sorrentino, qui signe avec This Must Be The Place son premier long-métrage en anglais, a fait appel à Frances McDormand (Hidden Agenda, Rangoon, Fargo) et à Harry Dean Stanton, qui avait notamment donné la réplique à l’acteur américain dans She’s So Lovely. La bande originale du film, dont le titre est inspiré d’une chanson du quatuor américain Talking Heads, a été confiée à l’ex-leader du groupe, David Byrne.




 

 

CRITICA

CARLOS BOYERO PARA EL PAIS

 


Sorprende ligeramente es que Sean Penn, ese excelso actor y estrella de Hollywood muy a su pesar, alguien que puede elegir los papeles que le dé la gana, se haya embarcado con tanto entusiasmo en la aventura norteamericana del director italiano. Encarna a un individuo excesivamente parecido a Robert Smith, el cantante de The Cure. Penn viste de gótico, lleva una caballera que parece un tiesto selvático y lo primero que hace al levantarse es pintarse los ojos, los labios, las uñas de las manos y de los pies. También camina como un zombi teatral y desvaído, y emite frases muy cortas con voz aflautada y casi inaudible. Y entiendo que a Penn le puede encantar hacer ejercer el transformismo en su trabajo pero en este caso es demasiado folclórico, está interpretando a una caricatura. Me resulta difícil creérmelo y además su personaje me cae fatal.


Ese antiguo y desolado yonqui está convencido de que el miedo es el único motor de la supervivencia, pasea su infinita desgana existencial en compañía de una esposa pintoresca y solo guarda relación paternalista con una fan adolescente y deprimida a la que cree que debe proteger de los infinitos males del mundo. Cuando empiezo a estar hasta el gorro de las andanzas urbanas de este impostado señor, la acción parece animarse ya que le comunican que su judío padre acaba de morir en Nueva York. Allí se entera del pasado de este en un campo de concentración y de que su verdugo, un nazi centenario, todavía vive oculto en algún pueblo de la América profunda. Al desganado ídolo musical le entra urgencia de venganza y decide encontrar las huellas del torturador de su padre. Nos prometen acción, pero solo es un espejismo.


El viaje a través de geografía tan cinematográfica le permite a la enfática cámara de Sorrentino hacer múltiple experimentación y agobiante ejercicio de estilo, pero lo que ocurre es algo tirando a banal. Se supone que los nuevos personajes que van apareciendo desprenden el presunto lirismo y desarraigo del cine de carretera y que las aventuras de este lánguido perseguidor son excéntricas y fascinantes. El supuesto encanto nunca me contagia. El protagonista me cae mal desde el principio y todo el rato estoy viendo a Sean Penn interpretando a un payaso sofisticado. Las pretensiones de Sorrentino son muy grandes pero el resultado se acerca a la vacuidad. Es tan transparente su obsesión por la estética que se olvida del contenido.








source: site du festival/ EL PAIS



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